Páginas

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Inicio

Hola a tod@s! Soy La Autora, por ahora no voy a decir mi nombre, seré simplemente La Autora.Así que iré subiendo capítulo a capítulo cuando pueda, con los examenes y trabajos voy un poco retrasada respecto a publicar. Pero cuando tenga un ratito, intentaré subir de dos en dos, o incluso de tres en tres ( para ir más rápido). Bueno, deseo que os guste este blog y disfruteis leyendo!!

sábado, 22 de septiembre de 2012

Capítulo 4


Unos vaqueros de Stradivarius y una camiseta lila está bien, al menos para ir a la bolera sí. Después de trece días insistiéndome en que fuéramos a la bolera, me rendí y Álex ha reservado para las cinco y media de esta tarde.
Pero esta vez no pienso llegar tarde, tengo que ser puntual, no puedo llegar tarde otra vez, solo falta que piense que lo hago a propósito. A y cuarto salgo de mi casa, con un fuerte “Salgo mamá, volveré para cenar” .Quiero darle una sorpresa, pero Álex ya está ahí esperándome con esa sonrisa tan preciosa que tiene.
-Esta vez no llego tarde, ¿eh? –intento disimular las últimas lágrimas que me caían en el autobús- si tu llegas pronto no es mi culpa- intento que suene con sarcasmo pero creo que he sonado un poco brusca.
-Tranquila, es que me gusta llegar puntual, –parecía que sonaba como si se intentara disculpar, entonces eso significaba que sí, había sonado brusca – pero mejor que estemos ya los dos aquí y así nos vamos poniendo los zapatos.
Siempre lo decía todo con una sonrisa en la cara, ¿cómo era posible que no se enfadara o disgustara con nada? ¡Qué tio! Desde que empezamos a hablar, en su cara siempre reinaba esa sonrisa tan dulce que se apropiaba de él.
-Ok, pero espera un momento que tengo que ir yendo al baño –sonreí- pero… ves pidiendo mis zapatos, tengo una 38.
-Entonces te cojo una 39 – no recordaba que en la bolera era un número más.
-Emm… si, ahora vuelvo.
¿Se notará mucho si salgo del baño un poco más maquillada y con anti-ojeras puesto?  Espero que no, por eso quería llegar antes que él, para ir al baño y maquillarme un poco, porque en el autobús me había visto y las ojeras se me marcaban mucho; quizá porque no había dormido apenas cuatro horas esa noche.
Saco el anti-ojeras y me pongo un poco por el contorno de abajo del párpado, después un poco de raya negra y el gloss rosa clarito por los labios. ¡Lista! Salgo del baño, y allí veo a Álex poniéndose sus zapatos de bolera, con un cuarenta de pie que usa él, y encima es un cuarenta y uno, sus pies se quedan bien pequeñitos en comparación. Porque, un treinta y ocho, ¿Quién utiliza un treinta y ocho? Podía intercambiar mis zapatos para salir con Jenny, por que Ángela utiliza una cuarenta, y según nos dice, ya le gustaría tener a ella el pie más pequeño y a nosotras, un poco más grande.
-Toma tus zapatos- se queda mirándome la cara con un poco de disimulo, Mierda, lo ha notado, y yo que quería que no se notara; a ver si piensa algo raro, como que me he puesto así para él o algo parecido. No, él no, porque él ya sabe que quiero a Miguel, así que, no tengo motivos para maquillarme más de lo habitual; pero hoy tengo ojeras.
-Gracias, enseguida me los pongo; te aseguro que no tengo mucha práctica en los bolos, así que ten piedad y no me machaques.
Risas por parte de los dos, y ya podemos empezar a jugar, listos.
-Ya podemos empezar- le indica Álex a la chica de los bolos, es impresionante como Álex no se fija en ella ni en su escote; es realmente un tio genial, y no es de esos que van mirando escotes por ahí y comparándolos (es que sí conozco a gente que es tan imbécil que hace eso).
Empieza Álex, tras su primer semipleno en la primera tirada y una sonrisa tipo: “¿A ver si lo superas?”. Cojo aire, apunto al centro, cojo impulso, me tiro hacia atrás cogiendo carrerilla; miro a Álex, que sigue victorioso tras su semipleno y lanzo. La bola de seis kilos va avanzando , dejando atrás los principios de la pista. Entra y derribo todos los bolos menos uno, el siete, que se balancea suavemente. Finalmente, el bolo cinco se cae y se lleva por fin al bolo siete.
-Suerte del principiante – me resigno a decir eso, ahora verá lo que es bueno.
-Sí, seguro. Bueno, cuéntame más cosas sobre ti, o yo te cuento más cosas sobre mí.
-Mejor lo segundo, que ahora no me apetece recordar- sonrío con tristeza.
-Vale, ¿Qué quieres saber en especial?- tira su segunda bola y suspira al ver que la bola se ha ido justo en la dirección contraria a la que la quería mandar.
-Mmm….no sé, por ejemplo, cuéntame cómo es un día normal en tu vida, en tu casa, en el insti, cosas que haces, si trabajas después o cosas así. –intentaba improvisar porque no sabía exactamente qué quería saber de él. Mis amigas me dijeron que ellas lo sabían casi todo, que no hacía falta que se lo preguntase, que ellas me respondían; pero yo prefería que me lo dijera él. Así, tampoco quedaba como una desinteresada.
-Vale, empezamos. Primero me levanto y desayuno lo típico, cereales de piña con leche y cola cao-seguro que eso no lo sabían Jenny y Ángela, que el tio más popular del insti que lo tenía a mi lado, desayunaba cereales de piña y cola cao, ¿pero, eso era lo típico? Tenía que ponerme más en el tema, yo solo desayunaba una taza de cola cao caliente y espumoso; creía que eso era lo normal- después me voy al insti andando, mi casa está cerca. Después de acabar el insti, unos días trabajo, y otros, me voy a mi casa, o quedo con mis amigos para ir al cine, o para cenar y tal; los días que trabajo, voy a una tienda de ropa de playa, tipo bañadores y tal, acabo sobre las ocho mi turno, excepto un miércoles cada quince días, que me toca hasta las diez y ese día cobro un poco más,  después me voy a mi casa y me ducho y acabo los deberes que no tengo hechos y sobre las once y media, me voy a dormir – lo había dicho todo tan rápido que al final del recuento tiene que soltar una bocanada de aire por el esfuerzo.
-Una pregunta, si estuvieras saliendo con alguien, por ejemplo, con Miriam, ¿ella fue alguna vez a verte a la tienda? ¿o pasaba alguna vez por tu casa para ver como estabas? –sabía la respuesta, solo quería verla salir de sus labios y que esa respuesta me produjera una sonrisa, aunque la quisiera evitar, sabia que no podría.
-No-y ahí estaba mi sonrisa-¿de qué te ríes?
-¿Yo?-me había pillado-de nada, estaba recordando que te gustan los cereales de piña con leche, nada más.-por fin había encontrado un tema con el que salir de esa situación tan incómoda.
Mientras tanto, íbamos empatados respecto a los bolos, le iba ganando yo, pero apuntando el pleno que acababa de hacer, la cosa estaba un tanto difícil.
-Una cosa, ¿Qué día es tu cumpleaños?- pleno, ¡si! Álex no va a salir vivo de esta goleada, o como se diga en los bolos.
-¿Por qué lo quieres saber?- estaba un poco sorprendido.
-Pues porque como tú sabes que el mío es el 14 de noviembre, creo que merezco saber que día es el tuyo, ¿no
-Yo no sabía que día era tu cumpleaños- con una mueca que estaba clarísimo que no tenía ni papa idea de lo que estábamos hablando.
-Ahora sí- no puedo evitar que una gran sonrisa salga de mi rostro y se la contagie a él también.
-El mío es el 15 de junio-otra sonrisa, pero esta vez de las dulces y por su parte.
-¡Ah! Me ganas, hubiera preferido ser más mayor que tú, pero aun así, tu cumpleaños es de aquí nada, ya tendrás diecisiete-me río sin ganas esperando a ver que dice él.
-Sí, de aquí nada, dejaremos atrás los dieciséis y empezaremos con los diecisiete. Como se nota que soy más mayor que tú, si hasta te gano en los bolos.
Otro pleno, ¡Si!
-Querrás decir que me ganabas-arqueo las cejas y hago una reverencia al público, es decir, a Álex.
Suena un pitido de mi BlackBerry azul celeste y miro mi Whattsapp, es un mensaje del grupo de Jenny, Ángela y el mío; también llamado Secretoss Nuestross. El nombre es cosa de ellas, a mi no me gusta, pero como el grupo no lo formé yo, no lo puedo cambiar.
Qué tal tu cita, Cris??? – y lo acompañaba con simbolitos de corazones tipo: (L) <3, o el que más me molestaba XD, ellas decían que es una carita sonriente, pero yo no veo que tienen esas letras de carita, y menos sonriente.
Eso, eso, cuéntanos- esa era Jenny, siempre lo hacían todo juntas, a lo mejor, y seguramente ahora ellas estarán en casa de alguna de las dos, sentadas a cuarenta centímetros, escribiendo WhattApps a todo el mundo y entre ellas incluso. La verdad, es que han planeado casarse juntas, con sus respectivos maridos, el mismo día; y esperan que yo se les una, pero no lo van a  conseguir.
Chicas… no me molestéis, ¿vale? Ya os digo lo que sea luego.
Si, si, Jenny, no le molestemos, vamos a dejarle tiempo con A a solas – esa era otra, Jenny y Ángela, a los tíos populares del insti los llamaban por las letras principales; a Álex, A; a Mike, M; a Louis, L; y también había otro Álex, no tan guapo como este, pero más cachas, y a ese le llamaban, A Cachas.
Está bien, le diremos lo que hemos encontrado sobre Miguel López Herrera en otro momento; que ahora está ocupada :) –era él, no me lo podía creer, era él, ¿qué era lo que ellas habían encontrado? Ojalá le hubiese podido llamar, se cambió el móvil, y como no tenia internet, nunca supe cúal era. Y entonces tuve que hacer un esfuerzo por desaprenderme el 674 567 234 de “Miguel” de memoria; pero, sin conseguirlo, cada vez que pienso en él ese número me sale de la cabeza, y, aunque sé que en ese número ahora no hay nadie, habré llamado unas cuatro veces, cruzando los dedos para que un chico contestase, y se llamara Miguel.
Chicas!! Ya sabeis que os odio cuand me haceis eso, va dcidme lo q sea ya
Pero en ese momento, Álex va y me quita la BlackBerry de las manos, sale corriendo; ya hemos acabado nuestra partida, le gané. Sale por la puerta principal y voy detrás de él. De pequeña iba a atletismo, pero en segundo de E.S.O lo dejé, habían demasiados exámenes, y tenía que estudiar. Así que voy avanzando, ahora solo nos dividen unos veinte centímetros, pero tuerce por una esquina y desaparece, joooder…¿Dónde se ha metido? ¿Detrás del coche? No, no esta ahí, ¿Dónde se ha metido? Y sobretodo, ¿Qué hace con mi BlackBerry? ¿No estará mirando mis WhattApps?
De repente, alguien me toca la espalda, me giro y veo a Álex corriendo con algo en la mano de color celeste, mi BB.
-Álex, Álex, dame mi móvil-estaba gritando y corriendo por la calle, con unos pelos que seguramente toda la gente que me está viendo ahora, pensará que estoy loca.
-Cógeme si puedes- una sonrisa burlona en su rostro, se dirige a la playa.
Cuando llega, me tiro sobre él y cae al suelo, estamos tumbados en la arena, le intento coger mi móvil y nos quedamos en silencio, solo se oye a nosotros jadeando, después de aproximadamente un minuto, ya puedo empezar a hablar.
-¿Para qué me coges el móvil?- estaba molesta, pero no enfadada, con él es imposible, al menos por ahora.
-Estabas pasando de mí, con el móvil. Y eso no se hace.- pone una mueca de disgusto, pero enseguida vuelve a su cara normal.
-Bueno, ¿Y con decírmelo no vale? Me has tenido que coger el móvil, ponerme a correr y hacerme gritar como la loca que todos piensan que soy ahora. –a lo mejor no piensan eso, pero quiero que sepa que me ha molestado.
-Lo siento, lo único interesante que ha pasado es que tu amiga Jennifer…
-Jenny, es Jenny- ella nos pidió que no le llamáramos más Jennifer, que eso le  recordaba al colegio.
-Vaaleee.. pues Jenny ha dicho que ha conocido a su primo, que va al insti de al lado, que es muy mono, y le ha dado el teléfono de Miguel- este último nombre lo dice con una exageración, como si él le hubiera hecho algo.
-¿Y tú para qué lees mis Whattsapps?- joder, ¿tengo el teléfono de Miguel? No me lo puedo creer.
 -Te recuerdo que el Whattsapp estaba puesto, yo solo he oído un pitido y he visto quién era- igualmente está mal, aunque no me enfado porque estoy muy contenta.
-Buen o… ¿me dejas el móvil ya? –tenia ganas de arrancárselo de la mano para ver si era cierto.
-Toma….- me tiende la BB celeste y la cojo.
-¡Es verdad, tengo su número!
De repente, todo cambia, y veo por una vez lo que no había podido ver desde hace tanto tiempo. Yo he cambiado desde entonces. Él tiene que haber cambiado, es necesario. No puedo  seguir pensando en que aún me debe gustar, tengo que conocerlo, que ver si sigue siendo el mismo chico de siempre; al que le gustaban las puestas de sol comiendo los sándwiches de mantequilla de cacahuete mientras hablábamos de lo que nos gustaría hacer en el futuro. En ese momento, el nuestro era vivir juntos en Fitch, comprarnos un perro salchicha-a él le encantaban, siempre lo mencionaba- y compartir el resto que quedaba de vida, tan alegres, tan románticos, tan…nuestros.
-¿Vas a llamarlo?
-No lo sé, seguramente sí
Una sonrisa de tristeza brotó de su cara cuando pronuncié esas palabras.
-¿Qué pasa?
Pensó un poco en las palabras que iba a decir antes de pronunciarlas.
-No me gusta ese tío, Cris, es que veo lo que pasará, tú le llamaras, él se dará cuenta de que te quiere, y convencerá a sus padres para que vengan aquí. Joder, Cris, ese tío te ha hecho mucho daño, ya sé que le quieres, pero te abandonó-empezó a subir el tono de voz-te dejo sola, sin nadie, llorando por las noches sin poder dormir. Ya sé que le quieres, pero después de lo que te ha hecho no se merece tu amor, y se lo vas a dar. Y no me digas que no, porque si viene y te pide salir tú se lo concederás. –suavizó el tono- He estado contigo un mes, arropándote e intentando ayudarte, y si ahora estás así no me imagino como estabas hace once meses. No quiero verte sufrir más; si viene este verano ¿Qué pasará? Yo te lo diré, que en septiembre se irá, te dejará, otra vez sola aquí sufriendo por él.
-Álex, no te pongas así, venga, ni siquiera sé como estará ahora.
No sé cómo ha podido ha llegar a tanto, ¿Por qué Álex no soportaba a Miguel? Él dice que porque me hizo daño, pero algún otro motivo tendrá.
-Pero no es ese el problema, el problema es que el Miguel que te gustaba y te sigue gustando es el que te dijo el discursito de que sin ti no podía y luego no te llamó ni una sola vez, ni cartas, ni mensajes, ni email. ¡Nada! Sé cambió el móvil sin avisarte, y ahora lo tienes, y la historia volverá a empezar, seguro.
Jadea por lo rápido y lo alto que ha estado hablando, después me mira a los ojos y tengo que apartar la mirada para no ruborizarme.
-Sabía que no te caía bien, ¿pero hasta este punto?
-Es que no te merece, Cris, es lo que no logras entender.
-¿Pero cómo que no me merece? Si no soy nadie, soy una chica normal, que tiene suerte de que alguien la quisiera y ella poder corresponderle, porque estoy segura de que eso no va a pasar muchas más veces.
-Te equivocas Cris, eres más de lo que crees, eres guapa, divertida, inteligente, eres muy buena persona, buena amiga, sabes consolar a la gente, tocas la guitarra de miedo.-esta última parte la dice con una sonrisa burlona, y enseguida me doy cuenta de por qué.
¿Pero como sabe él que toco la guitarra? Si no lo sabe nadie, aprendí en YouTube a tocarla por mi cuenta, y solo tocaba cuando mis padres estaban fuera; la guitarra, de segunda mano, la compré a una familia que ya no podían mantenerse por treinta euros. Me gusta mucho tocar, hace tiempo que no lo hago, pero el tiempo pasa rápido cuando la estoy tocando, y ni siquiera oigo los gritos ensordecedores de mi madre de ¡A cenar!
-Como sabes tú lo de… -no me deja terminar la frase.
-Ya hablamos otro día y te cuento.
Se va, así, sin más, dejándome con la duda.
-Ah, por cierto Cris, ya tengo WhattsApp escríbeme, ¿vale?
Asiento con la cabeza, no sé si se ha dado cuenta, pero como ya tengo su número y los WhattsApp son gratis, es un avance. Antes de irse por completo, cuando está a punto de torcer por la esquina me grita:
-Cris, entiéndelo, él no te merece.

Capítulo 3


No podía correr, me faltaba aire, cuando llegué Álex me vio con esa cara tan verde  que casi le da un ataque.
-¿Qué te ha hecho, Cris? Voy a arrancarle a ese los ojos de la cara-parecía duro, pero por lo que había visto hacía unos cinco minutos, él era todo lo contrario.
-N-no pasa nada, tranquilo. -¿Podría dejar de temblar en algún momento? Esperaba que si, porque ahora mismo era imposible.
¿Cris, estás  bien? – parecía preocupado, ¿tenía realmente tan mala cara de la que parecía? Esperaba que no.
-Si Álex, ese quería…- no me dejó acabar.
-No tienes por qué contármelo si no quieres- ¿podía existir alguien tan amable? Que cielo, ojalá lo hubiera conocido cuando rompí con Miguel, a lo mejor me hubiera ayudado a superarlo más rápido.
-No, no, insisto. Bueno, me ha dicho que era un paquete de Mig-Mig…
-Miguel.  Cris, no puedes estar así, solo llevamos juntos veinte minutos y mira como estás por culpa de ese tio, creo que deberías olvidarlo, a menos después de abrir el paquete.
-Voy a abrirlo- contesté decidida.
Dentro había una carta, no reconocía esa letra como la suya pero abajo estaba su firma. La leí en voz alta:
-Cris, lo nuestro fue…. Besos, yo no puedo decirte que no disfrutara, pero creo que deberías olvidarme, yo hice eso contigo hace tiempo. Ahora estoy saliendo con Tamara, y llevamos 5 meses,  espero que esto te haga abrir los ojos, Cris. Lo nuestro no fue nada, solo un rollo de verano, al menos para mí, acababa de romper una relación larga, y necesitaba desahogarme, siento que tú fueras ese desahogo. Un colega mío, te oyó hablar  con una amiga tuya sobre mí y me lo dijo, lo único que quiero decirte es: Olvídame.
Lo siento.
Ya no sentía a tierra bajo mis pies, solo sentía que estaba flotando, no olía el olor a bosque que tanto me relajaba, solo tenía ganas de dormir y no despertar nunca, aunque pensándolo mejor,  eso ya lo sabía, bueno, me lo imaginaba, han pasado 10 meses y medio, como para seguir acordándose de mí. Aunque yo me enamorara, para él no fue eso, solo fue un rollo de verano de dos meses.

Él estaba respetando  mi silencio, pobre Álex, la primera vez que queda conmigo y ya le he hecho pasar un mal rato, aun así, él sabe que lo estoy pasando mal y no dice nada, solo se escucha el viento del bosque, ahora que puedo oírlo.
Pasan cinco, diez, quince minutos, me hubiera gustado pronunciar palabra, pero no puedo, de mi boca no logra salir ninguna palabra, no tengo suficientes fuerzas.
-Lo siento Álex- consigo decir.
-¿El qué sientes, Cris? Tú no me has hecho nada
-Te estoy haciendo aburrirte esta noche y que pases un mal trago soportándome,  ahí fuera hay una fiesta esperándote, y tú estás aquí aguantándote conmigo
Tenía ganas de gritar, de desahogarme; dicen que esa terapia va muy bien, cuando necesitas contar a todo el mundo lo que te pasa, pero no te atreves. Cuando estas ansiosa o nerviosa, necesitas gritar y desahogarte. Como en el libro de Canciones  Para  Paula, cuando Ángel lleva a Paula a una sala acolchada para que pueda gritar y desahogarse a su gusto sin que nadie los pueda oír ni mirar con caras largas.
-Mira Cris, si no me he ido es porque quería estar contigo, y si lo estás pasando mal, yo te ayudaré. – ¿Me ayudará? Sé que voy a tener el apoyo de Jenny y Ángela, ¿De él también? Esperaba que sí, es una gran persona,  un gran amigo; al menos en lo que me estaba demostrando.
-Gracias, enserio,  te debo muchas.-aún no sabía como el día había cambiado tanto desde que salí de mi casa hasta ahora; la verdad es que nunca hubiera imaginada que esto acabaría así, con Álex, con Diego Ortega,  con Miguel.           
-¿Qué tal si quedamos en ir a la bolera algún día? No te vendría mal despejarte... sobretodo ahora que, ya sabes, ha pasado esto- estaba siendo muy cuidadoso, midiendo sus palabras para que no me hirieran.
-Claro, ¿por qué no? – no me apetecía mucho ir a la bolera, pero sí estar con él, me ha ayudado mucho en este momento.
Eran las 11, esta noche había pasado el tiempo bastante rápido, así que decidí despedirme.
-Bueno Álex, ya hablamos para la bolera, ahora me tengo que ir, adiós- y con un suave beso en la mejilla me despedí de él. Apunto estaba de bajarme cuando le grité- Gracias por soportarme esta noche, lo tendré en cuenta.
Él sonrió, no sé si de pena, de tristeza, o de alegría.
Ya en mi casa volví a leer la nota… ¿es posible que a alguien le cambie tanto la letra? Bueno, igualmente, estaba su firma, y en cierto modo, eso era lo que importaba, ¿no?
Seguía teniendo el nudo en mi garganta, al llegar a mi casa, he encontrado a mis padres viendo Mad Men, me han preguntado qué tal la fiesta, y yo, como una tonta les he dicho que si, pero algo faltaba, mi voz me temblaba.
Ahora en mi cuarto necesito dormir, relajarme e intentar olvidarme de esto, yo sabía que no lo volvería a ver, pero nunca me pude imaginar que ese chico tuviese algo que ver con Miguel.
Después de llamar a Ángela y a Jennifer, me quedo dormida,  escuchando las gotas de lluvia que caían por mi ventana. No había tormenta, era como si la lluvia quisiera limpiar todo lo que había alrededor, que realmente era lo que yo necesitaba, necesitaba olvidarme de esto, pensar en el presente y el futuro, no en el pasado, no podía seguir amargándome por lo que me pasó.
Es domingo,  el día había mejorado respecto a la noche anterior, todo era diferente pero igual; es decir,  todo era diferente respecto a lo que pasó ayer, todo estaba más calmado, se respiraba tranquilidad en el ambiente, pero seguía igual que la noche anterior, seguía destrozada.
Esta noche no había podido dormir casi nada, habría dormido apenas unas tres horas arriba o abajo, y me había servido para entrar en la conclusión de que necesitaba olvidarme de esto, algo que casi se había ido, pero gracias a esta nota volvió y de lo que necesitaba olvidarme completamente,  ser otra persona, otra a la que le daba igual escuchar su nombre, y no pensaba en él, tampoco sufría por él; y eso es lo que yo quería conseguir.
-Hola cariño- giré la cabeza para ver quién me hablaba, aunque no hacía falta, yo sabía que era mi padre, por su forma de hablar, su olor, el del café nada más entrar en la cocina, pero necesitaba parecer normal, no iba a ir contándoles a mis padres todos mis líos amorosos.
-Hola papá, me voy a mi habitación que ahora vienen Jenny y Ángela a estudiar, ¿vale?
-Muy bien, pero a estudiar, ¿eh? – sabía que yo ahora no estaba para estudiar, realmente, lo que necesitaba era hablar, porque con una llamada o un Whattsapp no se puede explicar todo lo que me pasó la noche anterior.
-Claro que sí –me subí a mi habitación y me vestí.
A las once Jenny y Ángela vienen a estudiar el examen de geología que tenemos para la semana que viene, aunque justamente eso es de las únicas cosas que no me apetece hacer ahora, aparte de llorar, que ya he llorado suficiente esta noche. Creo que cuando las llamé anoche ya se hicieron la idea que de estudiar nada, por eso creo que han venido sin libros y nada más llegar y al verme con mi blusa de la tristeza (nosotras, al hacer nuestro pacto de la amistad, elegimos una camiseta, una blusa en mi caso, que hiciera ver que no estábamos precisamente contentas en ese momento, y que necesitábamos hablar; pero sin que los demás lo notasen) y con mi cara de no haber pegado ni ojo, lo primero que hacen es darme un abrazo.
-Cris, Jenny y yo hemos tomado una decisión, -sorbiendo las lágrimas que caían por mis mejillas y intentando no recordar lo que pasó anoche, les hago una especie de señal para indicarles que se sienten en los puffs de mi habitación.-vamos a ayudarte a olvidarle, las únicas opciones que hay son: uno, que le olvides de él encontrando una buena persona, y en eso te aseguro que te ayudaremos, ya sabes lo que nos gusta hacer de casamenteras- y era verdad, en segundo de E.S.O me ayudaron a ligarme a Manu, al primo de Ángela. Aunque era mono, todo salió mal, no tuve mi primer beso esa noche, más bien, la cita acabó pronto y nos quedamos las tres en mi habitación mirando las pelis que habíamos alquilado en el Video-Club de al lado de mi casa; ya que, como Ángela y Jenny me ayudaron tanto para  prepararme con Manu, decidieron quedarse en mi casa cuando estaba con él, ellas se escondían y cada vez que iba a la cocina me aconsejaban sobre si debía lanzarme o no era un buen momento, al final lo espantamos; y decidí esperar a que mi primer beso fuera con alguien a quién deseaba dárselo, como a Miguel. -¡Cris! ¿Nos estás escuchando?-pensando en Miguel y en Manu se me había ido la cabeza, ya ni recordaba lo que me estaban diciendo.
-Sí, lo siento chicas, emmm… ¿y cúal es la dos?-para mí solo había una opción,  no podía hacer nada más que olvidarle, aunque eso me iba a costar mucho e iba a intentar que las lágrimas se me agotaran cuanto antes para no verlas caer más.
-La dos es…-parecía que lo decían con misterio- que vuelvas con él.
-Chicas, sabéis que eso no es posible, ya os he leído la carta, ¿no? –cogí la carta de encima de la cama y se la dí.
-Ya, pero siempre podría dejar a Tamara, y acordarse de que quiere estar contigo, ¿no? –hombre, podría ser, pero para eso necesitaría mucha suerte, a un genio que me concediera un deseo, y  sería una casualidad demasiado grande. Jenny siempre mira el segundo lado de las cosas, aunque sean casos imposibles de suceder.
-Nunca digas nunca, nena,  siempre puede pasar, no pierdas la esperanza de que algún día puede que lo vuelvas a ver, el mundo es un pañuelo, y aunque esté a muchos kilómetros de aquí, quién sabe lo que estará pensando o haciendo ahora mismo, o se acuerda de ti. Ángela siempre es así, y me encanta.
-Chicas sabéis que animarme no va a servir de nada, la realidad es la realidad, y es que ahora, estoy sola, que el mejor chico que he conocido en mi vida está a casi a cuatrocientos kilómetros de aquí, y tiene una novia llamada Tamara, que llevan cinco meses juntos, y que debe sentirse la chica más afortunada del mundo cuando lo besa.
Y tras un largo suspiro, nos abrazamos,  pensando en que la posibilidad de que  Miguel vuelva es imposible, pero lo que nosotras no sabíamos es que a veces a la casualidad o al destino le apetece darte una sorpresa.

Capítulo 2


Al llegar había banderas y confeti por la arena, todo el mundo bailando en el gran porche de Louis y recibí un mensaje a mi móvil:
Te espero junto a la palmera…. Al final vienes, no?
Decidí no contestar ya que los mensaje de móvil eran cada vez más caros y como no tenía Whattsapp, la verdad es que tampoco sabía como tenía mi número, a lo mejor  se lo habían dicho Jenny y Ángela, ya me las imagino, llamándoles Álex y estas soltándole mi móvil. Ya lo veía junto a la palmera con dos bebidas con el envoltorio  en forma de coco, que, si digo la verdad, nunca lo había visto, aunque, para lo poco que salgo, es normal.
Cuando lo veo me sorprendo un poco, lleva una camiseta roja así un poco informal pero como para una ocasión especial, unos vaqueros y unos zapatos cerrados. Por un momento siento vergüenza, ya que yo solo voy con unos shorts y una camiseta naranja, en los pies, unas sandalias marrones; me refiero a que es lo típico que me pongo cuando salgo a comprar.
Bueno, realmente no es una cita, solo me ha pedido que le acompañe un rato en la fiesta, ¿no? Porque él acaba de salir de una ruptura,  y además, seguro que hablamos un rato y luego se va con sus amigos a los que he visto entrando en el agua con ropa para hacer surf de noche o algo así había oído.
Miradas compenetradas por parte de los dos, empiezo a sentir mariposas en el estómago, pero no por que vaya a quedar con él, sino porque lleva una rosa en la mano.
-Hola Cris, esperaba creía que no llegabas nunca….
-A mí me dijeron que la fiesta empezaba a las nueve y media –realmente no me acuerdo mucho de la hora, me he esperado bastante para llegar un poco tarde, a ver si así se hacía más corta.
-Pues mucho me temo que te lo dijeron mal,  la fiesta empezaba a las 20: 30, pero en fin, no pasa nada, aún nos queda toda la noche, ¿vamos? –lo vi diferente que cuando lo veía con chicas alrededor o con sus amigos por los pasillos del instituto con caras de matones y con sus  chaquetas de futbolistas.-Ah, toma, la he cogido para ti – me tendió la rosa roja, la verdad es que era un detalle por su parte el haberme traído una rosa, encima que llego tarde.
-Gracias por la rosa, es un detalle precioso- intento sonar con mi voz más dulce-Ah, y siento mucho que me hayas tenido que esperar tanto, pero si quisieras podrías haberte ido con alguien, la verdad es que llego muy tarde, lo siento – Ahora lo sentía de verdad, había estado esperándome una hora junto a la palmera, y todo porque, a mí no me apetecía venir a la estúpida fiesta playera.
-No te preocupes, ahora ya estás aquí, y si eres mi pareja en la fiesta, te espero, no te preocupes.
-Vale, Gracias- ¿Qué iba a decirle? Tenía enfrente a el chico que había estado esperándome una hora después de que no soy la chica más perfecta y que seguramente, si hubiera ido, estaría con Jenny y Ángela, pero ningún otro chico me habría acompañado.
-¿Damos un paseo?, por este camino se sube al acantilado y desde allí se ven unas vistas preciosas.
-Claro, vamos.- joder, joder, joder…¿Por qué no se me ocurre nada original que decirle?
Subiendo solo se oía el silencio, no sabía que decir, él tampoco parecía demasiado cómodo, no lo pude resistir y pregunté:
-¿Por qué me has invitado a la fiesta?-No sé si sonó bien o no, pero necesitaba saberlo, necesitaba saber por qué el chico más popular del instituto me había invitado a la fiesta, pudiendo conseguir a las mejores chicas.
Él se lo pensó un poco antes de  contestar.
-Porque me caes bien, y creo que podríamos ser amigos….¿Te vale la respuesta o te doy otra?-El último trozo lo dijo de forma sarcástica.
-Muy bien, pero no creo que debas pasarte, solo era que, no hemos hablado nunca a solas, y no se por qué me has escogido a mí, solo era eso.
-Pues porque creo que eres una chica discreta, y creo que podremos ser amigos, me caes bien.
-Está bien, pero no creas que soy la típica chica “empollona”. – dije el empollona moviendo los dedos para intentar hacer algo original y divertido, y no parecerle la más sosa.
-¿Ah no?, ¿y entonces que eres?-lo decía con tono de tio chulo, como si me estuviera retando a un pulso.
-A ver, saco buenas notas, pero también se cometer locuras.-esta última parte la dije con una sonrisa discreta, recordando la última.
-Dime alguna.
-No tengo por qué, no te conozco lo suficiente para contarte todo lo que yo hago-¿Quién se había creído que era? ¿Superman?
-Venga Cris…si me la dices, puedes preguntarme lo que quieras y te lo contestaré sinceramente –parecía bastante creíble, aunque no sabía si fiarme, los chicos tan populares acaban sabiendo mentir bastante bien.
-¿Enserio?- la verdad es que no estaba convencida, pero en fin….¿Qué cosa tan mala podía pasar?
-Enserio Cris, te lo prometo.-parecía bastante creíble, lo decía con un aire de amistad, como si fuéramos los mejores amigos de toda la vida; entonces la cosa cambió, la vi con otros ojos, vi que él solo quería ser mi amigo, y yo confiaba en él, estaba convencida no, lo siguiente. ¿Cómo puede ser que alguien con una mirada y una sonrisa te convenza? Se lo tendré que preguntar a Jenny  y a Ángela a ver si les ha pasado alguna vez.
-Vale…. El año pasado salté de un acantilado por amor. –lo dije muy rápido, deseando que él no lo hubiera entendido, pero lo entendió perfectamente.
-¿Qué?- sabía que no se esperaba que le dijera eso, pero era verdad.
-Yo ya te lo he contado.
-También quiero los detalles.- estaba empezando a arrepentirme de habérselo contado.
-Eso no entraba en el trato. –le intenté lanzar una mirada de esas asesinas, pero no funcionó.
-Si me dices eso solo no vale, si no yo te contestaré lo mismo.
-Bueno…¿qué quieres saber más?
¿No querrá que le cuente mi vida privada?
-Quiero que me cuentes la historia con tus palabras.
-Ayyy…..-no, no y no. Cada vez que cuento esa historia me siento fatal, pero…
-Cris…
Me decidí, a ver si me desahogaba ya de una vez.
-Vale, allá voy. –y cogiendo un gran trago de aire, empecé mi historia- El año pasado en verano estuve saliendo con Miguel, el que venía todas las vacaciones aquí, a Fitch, bueno, pues estuvimos saliendo, fue un poco raro, la verdad.
En fin, un día, estábamos  por la otra parte del acantilado y me dijo si era capaz de saltarlo, le dije que sí, pero que no quería, aunque realmente no me atrevía.
Él sabía que no me atrevía, y que no me pasaría nada, ya que él se había tirado varias veces por ahí. Entonces me cogió la mano y me dijo que se iba a ir de Fitch y que el año que viene se mudaba a Barcelona, recuerdo sus palabras:
-Lo siento Cris, no sabes cuanto les he insistido, les dije que aun así podríamos venir en verano y me dijeron que Fitch estaba a unos 700 kilómetros y que no podíamos hacer eso dos o tres veces por verano. Cris, estos meses han sido los mejores que he pasado en mi vida por estar contigo, no he desaprovechado ni un minuto, he disfrutado de cada beso como si fuera el primero,  pero no puedo hacer nada más. Sabes que no tengo la edad suficiente para irme de casa y si lo hiciera mandarían alguien a por mí. Solo quiero que sepas que cada minuto que paso sin ti lo paso fatal, Cris, te necesito, aunque ahora mismo no puedo hacer nada, -y me besó –Quiero que siempre me recuerdes con esto- me regaló una cajita lacada dónde dentro habían dos piedras que si las juntábamos formaban un corazón.-en su casa nunca había una tele encendida, y no tenían internet en casa ni él en el móvil, no podía hablar con el por Tuenti, ni Messenger.- y la palabra que tengo que utilizar es: Adiós y Te Quiero.
-Después de que se fuera me lancé al acantilado, sin él no podía, estaba muerta, lo quería mucho, pero pese a mí me encontró un chico que estaba haciendo submarinismo y me llevó al hospital donde estuve dos días ingresada. Para no pasarlo tan mal, me auto convencí de que lo nuestro había sido un rollo de verano, que lo único que quería era enamorarme, aunque tenía razón, me enamoré de él.
-¿Y aún lo quieres? –esta era su voz, la voz del chico que tenía a mi lado, que no se había quejado cuando le contaba esta historia, que para muchos podría ser muy cursi, y  que solo mis dos mejores amigas sabían hasta ahora.
-No, o eso creo, aún me entristece mucho pensar en él pero creo que ya no lo quiero, el tiempo cura todas las heridas, aunque sean profundas.-una buena frase de un buen libro.
-Lo debiste pasar realmente mal, lo siento mucho, no lo sabía.-¿Por qué se disculpaba?
-No te preocupes, no es tu culpa ni nada de eso.
-Me refería a que siento haberte hecho contarme esa historia, te ha costado decidirte, sé que lo querías mucho, contándome la historia has llorado sin darte cuenta  y todo. –me toqué la cara y, efectivamente, la tenia húmeda.
Me retiré las dos lágrimas de mis mejillas que se habían teñido de rojo, siempre me pasa eso, menos mal que estoy un poco morena y no se me nota tanto.
-¿Me quieres hacer mi pregunta ahora o luego? – queriendo cambiar de tema, parecía que no se le notaba; pero él fingía penosamente.
Mejor ahora, aunque tengo un nudo en la garganta por contar la historia completa, a ver si se me pasaba adentrándome un poco en su vida.
-Ahora hay tiempo- dije recuperándome de la angustia que había sentido estos tres últimos minutos.
-Dispara.
-¿Qué pasó con Miriam? – lo dije un poco insegura, no sabía como iba a reaccionar.
-Realmente nada, la pillé con Mike, pero realmente se lo agradecí, a mí me pasaba justo lo contrario que a ti con, con…
-Miguel- dije recordándole el nombre de él, la persona que tanto me había hecho sufrir en mi cama, llorosa, empapando la almohada de recuerdos.
-Eso, yo no la quería, y dudo de que ella sintiera lo mismo por mí. Las chicas quieren salir con migo porque soy popular y por eso ellas serán más populares.
-También porque eres guapo- le recordé.
-Si tú lo dices…bueno, que fue un alivio encontrármela con Mike besándose.
-Álex, ¿nunca te has enamorado?-una pregunta muy íntima, ni siquiera estaba segura si me la iba a responder.
-Pues por lo que veo no, todo son ligues, pero nada amor. –con una sonrisa de tristeza en la cara pronunció esta frase.
-Ya llegará,-le recordé- a un chico tan estupendo y fantástico como tú no creo que le falte mucho.
-Gracias. –rozando la flor que él me había regalado y con una sonrisa, ahora medio de tristeza medio de felicidad, nos pusimos a contemplar el paisaje.
-Que bonito el paisaje- el cielo estaba de un color rosado y púrpura muy bonito, era un ambiente romántico, fue lo único a lo que me recordó; pero esa escena era todo lo contrario, era de amistad.
De repente escuchamos unas pisadas y nos giramos, me quedé un poco sorprendida cuando lo reconocí, era ese, el tal Diego Ortega, el del Tuenti.

-Hola Cris, ¿puedo hablar contigo a solas?
-¿Por qué?, él es mi amigo y si tienes algo tan importante que decirme, él puede quedarse. Además, podrías empezar presentándote, que no se quién eres. –era aún más guapo en persona, pero más desagradable.
-Cris, yo no…-era Álex, como me lo imaginaba.
-No te preocupes pijín, ya hablaré con ella en otro momento.-era el tal Diego el que hablaba con un aire de importancia.
¿Cuantos años tendría? A ver, Miguel tenía uno más que ella pero ese parecía mucho más grandote, aunque no apostaría nada a que es mayor de dieciocho años; se le nota en la cara.
-Lo que quieras decirme me lo dices ahora y ya.
-Está bien,- me cogió de la mano y me arrastró hacia el bosque.
-En un momento vuelvo, Álex-parecía convencida, pero dentro de mí estaba temblando…¿Qué quería ese tipo de mí? ¿Estaba realmente en peligro?
-¿Qué quieres? Tengo prisa…- empecé a tamborilear con los dedos la corteza del árbol más cercano.
-Eh, no te pongas así, guapa. –que capullo, encima se cree que es alguien.
-No me toques y date prisita.
-Está bien, soy un colega de Miguel, me ha dicho que te de esto-me entregó un paquete que estaba cerrado.
-¿Est-tas seguro de que era de Mig-guel? – estaba temblando, era la primera vez que tenía noticias suyas en un año….¿Debería entusiasmarme? Pero una coincidencia muy grande, había hablado una sola vez de él en tres meses con Álex y había sido ahora, justo cuando me entrega el paquete.
-Si guapa, y deja ya de temblar que pareces un flan. –se subió la manga como si lo que tuviera fuera calor, pero estaba claro que era para presumir de bíceps y del tatuaje de serpiente  tenia en el brazo.
Ahora sabía de qué me sonaba ese tipo, lo había visto con Miguel alguna vez, él también se mudó a Barcelona, y no había vuelto a aparecer por aquí hasta entonces. Decidí ponerme seria.
-¿Solo eso? – lo dije tipo dura, o intenté parecerlo.
-Bueno, esperaba que después de esto tú y yo tuviéramos una relación más intima, ya sabes...
¿Estaba intentando hacer lo que yo creía que estaba haciendo? ¡Estaba intentando tocarme las tetas! ¿Cómo podía ese ser amigo de Miguel? Él era tan dulce, nunca me haría hacer nada que yo no quisiera hacer.
-¡Quítame las manos de encima, capullo! – me estaba empezando a hacer daño y estaba intentando ahorrarme las lágrimas que estaban a punto de carme.
-Así me gusta más, estás sexy y rabiosa- ¡pero ese tio de qué va!
Sin poder contenerme, le di una patada en la espinilla, aunque él no gritó de dolor, ni se quejó, ni nada; y sin mirarle a los ojos, me di la vuelta.
-Déjame en paz- salí corriendo con el paquete hacia donde debería estar Álex.